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DESAFIO DE LA POSTMODERNIDAD

El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, capítulo 12, verso 2, inspirado por el Espíritu Santo, da una directriz a cada creyente y, por extensión, a toda la Iglesia. Esta instrucción es aplicable a cualquier contexto y época, y se antepone a los peligros de la adecuación del pensamiento a lo temporal y transitorio.

La Iglesia ha tenido que enfrentarse a todos los cambios que han ocurrido a lo largo de la historia de la civilización humana, desde el siglo primero en adelante. A lo largo del tiempo, la propia Iglesia ha ido incorporando cambios, muchos de los cuales derivaron en desviaciones, perdiendo el rumbo debido a la permeabilidad ante los razonamientos humanos que moldeaban la sociedad.

Podríamos establecer cinco etapas de la cristiandad a lo largo de nuestra historia, que serían:

  1. Surgimiento
  2. Expansión
  3. Supervivencia
  4. Hegemonía
  5. Declive

Hoy en día, para nadie es un secreto que la mejor descripción, en términos generales, de la situación de la cristiandad es la etapa de declive. En este punto, es importante aclarar hacia dónde estamos apuntando. Por supuesto, el evangelio es inmutable, pues es la palabra de Dios, y en Él no hay sombra de variación (Santiago 1:17). Por ello, el error siempre será de origen humano. Dentro de ese marco, la pregunta necesaria es: ¿Cómo llegamos a este punto? La respuesta se encuentra en la etapa en la que, en el lado occidental del mundo, el cristianismo se estableció como sistema hegemónico para moldear la sociedad de su época, bajo un paradigma monárquico propuesto por la sede romana, posterior al gran cisma de 1054. Aunque todavía hoy la sociedad moderna conserva vestigios de la experiencia medieval, en términos generales no fue una experiencia que pudiéramos calificar como totalmente positiva.

De lo anterior, entendemos que existe un principio fundamental: toda acción produce una reacción. El principal problema de la etapa hegemónica fue la manera coactiva de acercarse a los preceptos teológicos, enmarcados en la cosmovisión cristiana. Como en todo proceso, las cosas no ocurren de forma inmediata. Entre los dos puntos históricos que hemos mencionado —la hegemonía y el declive— encontramos dos eventos importantes: primero, la Reforma Protestante, que dio paso a un proceso llamado modernidad, intentando sustituir el paradigma autoritativo teológico por uno naturalista y cientificista. Esto dio origen a la actualidad, conocida como posmodernidad, que busca barrer con todo tipo de estructura moral o racional para establecer la hegemonía del individuo y la subjetividad como parámetros para interpretar la realidad. No hace falta ser muy analítico para entender que estamos frente a una de las corrientes más nefastas e insostenibles en toda la historia de la humanidad, donde uno puede autopercibirse como quiera, incluso en contra de la realidad observable.

¿Cómo debe responder la Iglesia ante esta situación? Evidentemente, no con más planteamientos “novedosos” o “nueva revelación”, lo cual sería romper el mandato divino de no conformarnos al mundo. Al contrario, debemos regresar a la fuente, a la centralidad en la autoridad de las Escrituras, como la “Norma normans non normata”, y dejar atrás lo políticamente correcto para confrontar al mundo con la “locura de la predicación”.

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